jueves, 16 de septiembre de 2010

Entrevista (1)

Desde que empuñara su primer violín con diez años, Carlos Perón Cano ha conseguido, en apenas dos décadas, distinguirse como uno de los compositores más prolíficos del panorama sinfónico nacional. Cercano y afable en el trato, pero firme en sus convicciones, Perón destaca en la nueva generación de jóvenes virtuosos sin la idiosincrasia de antaño. Su trayectoria profesional desliza sus obras por todos los rincones del mundo, como el arco de violín que dirige la escena musical de su vida.

Berta Urbaneja, Madrid

(09-07-2008)

Compositor joven, con un currículum impresionante. Sin embargo, pocos premios a sus espaldas. ¿Es por la mala fama que adquieren los músicos que van de concurso en concurso?


El tema de los concursos es como una especialidad. Yo no suelo presentarme, y no es que sea menos bueno, pero no me interesan porque los considero poco objetivos. Me han galardonado en el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea y he tenido también reconocimiento en la SGAE, pero en general no soy de concursos. Muchos otros sí se han especializado y viven de ello. Hay que escribir con un tipo de estética para ajustarse al perfil, y mi filosofía es centrarme más en la música que me gusta.

También ha trabajado como asesor musical y de imagen para Antena 3, ¿ha sido positivo en su evolución como músico?

Fue una experiencia bonita. Participé en un capítulo de una serie en la que la protagonista era violonchelista. En una escena tocaba para mi orquesta. Yo interpreté al director. Asesoré a los de realización en cuestiones musicales y de imagen sobre cómo funciona un conjunto sinfónico.

Violinista, compositor, director… ¿disfruta más llevando la batuta o interpretando música?

Más que llevar la batuta, soy concertino en mi octeto. El violín principal de un grupo de cámara. Disfruto con todo. Tocando, componiendo, estrenando mis obras… todo tiene su parcela de disfrute, su lado positivo.

Usted es miembro de la SGAE… ¿Es difícil vivir de las rentas de la música clásica?

Cobrar bien por las veces que interpretan tus obras, sí, es difícil. La música contemporánea o no comercial da muy poco. Nuestras tiradas son tan limitadas y pequeñas que la proporción que sacamos por los discos es mínima. La comercial sí da dinero, sobre todo si tus canciones suenan en Televisión. Los de sinfónica, la catalogación que tenemos en la SGAE, nos llevamos las migajas de todo el pastel que reparte. Generamos poco dinero porque tenemos poca influencia en la sociedad. Este tipo de música no vende, por muy maravillosa que sea.

A favor del canon digital, supongo…

No creo que sea un perjuicio económico tan bestial para la gente cuando vemos que las hipotecas suben 100 euros todos los meses. Es fácil cargar contra la SGAE, pero el Gobierno aprobó la medida. La SGAE no es Hacienda, sino una sociedad que, de no ser por ella, muchos músicos no cobrarían y no se verían representados o protegidos. Dentro de la inflación generalizada, no tiene sentido que la gente se rasgue las vestiduras por el canon, máxime cuando se descargan miles y miles de películas y canciones. Por lo menos que paguen un euro y que los autores cobren… tener una conexión a Internet no da derecho a apropiarse de lo ajeno.

Y a la hora de componer, ¿funciona el tópico de la inspiración?

No es como el concepto tradicional de musa. La inspiración, como tal, es producto de mucho trabajo, de talento, de creer en lo que haces y también de escuchar música buena. Al cabo de un tiempo serás capaz de general melodías que funcionen bien. Yo, en proporción a mi edad, tengo muchas obras, soy rápido escribiendo. En el mundo de la música también hay gente concienzuda, y no significa que sean mejores o peores. D. Shostakovich tardaba tres meses en componer una sinfonía de una hora. Depende más del ritmo vital de cada uno, de la capacidad, del talento... me considero un compositor muy vital, muy activo.

Stradivarius, ¿mito o realidad?

Es real. Si fuera un mito, los violinistas que tocan con Stradivarius no se cotizarían tan alto. Son los mejores, por sus fabricantes artesanos, porque tienen entre 250 y 300 años, por la madurez de la madera, porque se han tocado mucho… los violines buenos, cuanto más viejos mejor, que tengan solera.

¿Su violín también es un "fetiche"?

El mío es normal, del montón. La gente que tiene un Stradivarius es muy pudiente, o violinistas jóvenes como Maxim Vengerov que tocan con uno porque son cedidos por bancos y fundaciones que los custodian en sus depósitos.

Entonces, lo importante no es sólo la herramienta, sino saber utilizarla…

Un Stradivarius tocado por un “rascacuerdas” no va a sonar bien. Un gran violín es para un gran violinista…

Ha estrenado obras en México, Francia, Inglaterra, Malasia, Perú, Alemania, Austria, Turquía, y por toda la geografía española pero, ¿qué le ofrece nuestro país en el sentido musical?

España, musicalmente hablando en términos de nivel medio-bajo, es como cualquier país de Europa. Está bien para empezar, en el Conservatorio de grado elemental y medio. Después hay que ser selectivo con quién estudiar el grado superior. Pero cuando llegas a un nivel alto, o quieres codearte con gente realmente buena, España se ha quedado corta. Yo recurro mucho a Estados Unidos, hay más oferta y más conciencia de la figura del artista. Se identifican más con mi música. Tengo contratos editoriales sobre todo con el mundo anglosajón, EEUU y Canadá. Aquí es muy difícil ir por libre, aunque seas muy bueno…

Es complicado encontrar un mecenas…

Hay mucho lobby y tienes que jugar con su misma política. Si les caes bien y funciona, la cosa sigue adelante. No quiero ser el bufón de nadie. Lo único que me interesa es que mi música guste a todo el mundo, no a un círculo pequeño intelectual, sino al público general también. Eso me importa mucho más que un compositor de renombre me felicite.

Sin embargo, muchos "amateurs" somos profanos y metemos todas las tendencias en el mismo saco de la música clásica…

La clásica es la música tonal, hasta el siglo XIX. La contemporánea es atonal, y surge después de la Segunda Guerra Mundial, con las vanguardias, que no tienen nada que ver con el sistema tradicional de armonía, melodía, ritmo. Además, es un conjunto de estilos, como la pintura moderna. No me gusta llamar clásica a la música actual, pero en la catalogación que la SGAE nos da, nos denominan sinfónicos para diferenciarnos de la ligera.

Supongo que sus oídos sufren con el “bacalao”

Cierto, el “bacalao musical” no me gusta. Pero el heavy metal me encanta. Metallica, Status Quo, Scorpions, Iron Maiden, el Jazz, el Rock… todo lo que me parece bueno. Eso no les entra en la cabeza a muchos compositores de vanguardia que creen que la calidad no existe fuera de nuestro mundo. Tienen un criterio desacertado y clasista. Piensan que como hemos conseguido una carrera de quince años, somos mejores, pero el conservatorio no es garantía de ser un buen músico. Lo importante es el talento, y si además tienes el título, mejor. Se trata de una invención creada para seguir manteniendo un estatus elitista, pero esto no es real. Que tu música tenga una aceptación general sí es una verdadera garantía.

Pero las diferencias existen y se mantienen, a pesar de todo…

Un compositor no es un elegido ni un ungido que deba vivir entre algodones. Por eso me quejo de las subvenciones a la música contemporánea. Deberían comer de lo que escriben, no chupar de las arcas del Estado para complacer a siete personas que luego van al concierto a ver al cuarteto de turno. Pagar por algo que no demanda casi nadie es una pérdida de dinero. Todo lo que no tenga una labor social, terminará por desaparecer, y no debería mantenerse a costa del dinero público. La música de vanguardia ha sido incapaz, desde que nació, de crear tradición. Si no hay aceptación generacional, no sobrevivirá.

¿Renovarse o morir?

He escrito temas de relajación, temas para un grupo de heavy metal, temas de jazz, temas para películas. Me interesan todos los mundos, escribir música ligera, componer para una exposición de pintura. No me cierro, no creo en absoluto que la música clásica sea superior a las demás, pero si la que mayor tradición tiene. Hay casos concretos, como el Réquiem de Mozart o la Novena sinfonía de Beethoven, que son joyas de la humanidad, pero no se puede generalizar. Muchos artistas se empeñan en colgarse medallas de oro, plata y bronce, y el mundo del arte no es una competición. Si la música es buena, el reconocimiento llegará, tarde o temprano.

Entrevista realizada por Berta Urbaneja para el periódico digital “El Imparcial”

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